sábado, 22 de diciembre de 2012

Cabello de ángel.



A mediados de noviembre, hice la recolección de las calabazas.





Ahora ha llegado el momento de hacer el dulce y rellenar el mazapán para estos días de navidad.

La calabaza se pone a cocer entera.










Una vez cocida, se parte en dos mitades.








Este es su aspecto interior, donde pueden verse la pulpa dispuesta en fibras.







Hay que extraer toda la fibra de las dos mitades. En la foto puede verse una mitad casi vacía, aunque todavía se puede extraer más fibra hasta dejar prácticamente la cáscara.
Nos podemos ayudar de una cuchara para ir vaciando la calabaza. Hecho lo cual, retiramos cuidadosamente todas las semillas.








Así de bonita queda la fibra limpia de semillas y de las partes más duras con las que se unen éstas. Ahora está dispuesta para poner el azúcar y dejar macerar hasta el día siguiente.

Es muy importante deshilachar bien las fibras, sobre todo en las partes que están más unidas. Por eso nos tomaremos el tiempo y la paciencia necesarias para separar bien las fibras. No deben quedar bloques ni grumos.





Antes de ponerlo al fuego he añadido una rama de canela y la corteza de medio limón. La potencia será fuego medio y habrá que removerlo con frecuencia para que no se pegue.






Después de dos horas y media aproximadamente, según la intensidad del fuego, el resultado tendrá este bonito color dorado. Ha tenido una considerable merma y oscurecido por la caramelización del azúcar. Se retira la canela y el limón y queda listo para envasar.





Si el aspecto es bueno, no os cuento cómo sabe. Creo que éste es el año que más rico ha quedado, seguro que ha sido por haber apurado más en el fuego.

Os animo a que lo intentéis.

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